El incendio forestal Dixie se convirtió ya en el segundo más grande en la historia de California, en Estados Unidos, tras haber arrasado hasta ahora más de 187 mil hectáreas, dejando tras de sí una gran franja de devastación en el norte del estado, destruyendo más de 400 casas y negocios, mientras los bomberos hacen lo imposible para intentar tomar el control de la situación.
El fuego ha arrasado los condados de Plumas, Butte, Lassen y Tehama, aunque durante el fin de semana se ha visto frenado en parte debido al aumento de las bajas temperaturas, aunque no ha impedido la evacuación de miles de residentes de pequeñas comunidades de montaña, como la de Greenville, destruida por completo.
Las autoridades explicaron que la “gran capa de humo que cubre el área” en el que se han producido los incendios está ayudando a rebajar la actividad del fuego al mantenerse bajas las temperaturas, gracias a que la humedad es un poco más alta y la velocidad del viento un poco más baja.
Sin embargo, el humo también está impidiendo a los equipos de emergencias desplegar sus equipos aéreos de extinción debido a la falta de visibilidad. “Cuando tengamos el aire más limpio, las aeronaves podrán salir y hacer mejor su trabajo, pero también está la posibilidad de que estas condiciones se extremen”, señalaron desde el Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California.
La tragedia estalló el pasado 13 de julio cerca de una estación de servicio de la empresa Pacific Gas and Electric Co (PG&E), en Feather River Canyon. La investigación llevada a cabo por la compañía sostiene que podría haber sido causado por la caída de un abeto sobre el tendido eléctrico y tampoco descarta su responsabilidad en el fuego bautizado como Fly que se produjo nueve días después y que finalmente se fusionó con Dixie, así como un incendio forestal separado en Magalia, sofocado el 14 de julio tras consumir 10 hectáreas.
A pesar de las mejores condiciones climáticas, las dotaciones de Bomberos se mantienen en alerta ante la posibilidad de que la situación empeore, debido no solo a la climatología históricamente seca de la región, sino también a la posibilidad de que se vuelvan a producir los acontecimientos del miércoles, cuando el fuego rebasó las líneas de contención y destruyó la pequeña comunidad Greenville.
Las autoridades luchan a contrarreloj para intentar controlar la situación mientras las condiciones climatológicas le sean favorables, aunque adelantan que la situación comenzará a cambiar a principios de semana, con altas temperaturas por encima de lo normal.
“Va a hacer calor, va a hacer sol y el viento va a soplar… Así es la vida en el norte de California”, expresó el portavoz del Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California, Rick Carhart. “Así que mientras tengamos este clima favorable, lo aprovecharemos y haremos todo lo posible para adelantarnos al juego lo más que podamos antes de que el clima se vuelva contra nosotros“.
Durante el fin de semana, cuatro bomberos resultaron heridos después de que les cayera la rama de un árbol este sábado, uno de los cuales continúa hospitalizado, aunque su situación es estable. Por otro lado, cinco personas permanecen desaparecidas. (Europa Press)